Diario de un clown de hospital

Helado oscuro

Abel tiene 12 años, está trasplantado de corazón y estaba tan delicado que algunas veces era difícil captar su atención. Un día contamos un chiste malo malísimo: ¿Qué guarda Darth Vader en la nevera? Nadie lo sabía. Abel nos miraba fijamente. Tras hacer un paseíllo con la banda sonora de la Guerra de las Galaxias, miré al muchacho. Él me miró fijamente y dijo: “Helado oscuro” y sonrió tímidamente. Su padre y todo el personal sanitario comenzaron a reír y nos decían a los payasos que Abel nos había ganado. Nosotros cómicamente indignados porque nos había ganado, comenzamos a contar chistes horrorosos. Cada vez que voy a verlo procuro prepararme chistes nuevos. Y él se ríe con nuestros chistes horrorosos.

Con Ismael de 12 años, que está con quimioterapia, es otra historia. Su papá y él son aficionados al Valencia e intento saber cómo ha quedado este equipo para luego comentarlo de la manera más absurda con ellos. Son muy agradecidos y siempre nos reímos un montón. Me siento privilegiada por vivir estos momentos con ellos.

Los servicios de Oncología y Reanimación son lugares difíciles por la situación de los pacientes y sus familias. Cuando sacas allí una sonrisa o creas un momento de relax es emocionante y especial.

Me gustan porque aquí podemos trabajar con la repetición, haciendo sentir a los niños y niñas que son especiales (porque por supuesto lo son) y entablando temas que en otros servicios no podemos, como podemos ver en estos dos ejemplos.

Asun Cebrián (Enfermera Mina Mercromina)